Aún me sigue dando vértigo sentarme a escribir las veces que no tengo nada planeado para compartir por acá. Me resulta más sencillo tomar un tema y explorarlo, o relatar alguna experiencia personal a partir de esa temática.
Me pregunto ¿Qué es lo que me aterra tanto de encontrarme con una hoja en blanco y saber que existe un espacio infinito para ser llenado? ¿Qué es eso que me da tanto miedo encontrar? ¿Es el encuentro con mis propios sentimientos lo que me asusta? ¿O es la incomodidad de no saber cómo conectar con ellos?
Hace poco, me preguntaron quién era mi personaje favorito de Sex and the City. Y aunque me parece que Carrie es bastante egoísta y comete muchos errores, creo que exigirle a alguien— incluso a un personaje ficticio—que sea perfecto y actúe siempre de manera correcta, dice mucho sobre las exigencias que tenemos hacia nosotras mismas. Con todas sus complejidades, me quedo con Carrie.
¿Y por qué Carrie? Más allá de que la siento muy humana y carismática, lo que más me atrae es su trabajo. La veo sentada en su escritorio, con su laptop de los noventas, escribiendo sus experiencias de manera tan sincera y poética, y eso me provoca una euforia que grita “¡quiero ser ella!”. No voy a mentir, también me gustaría tener su armario y un departamento en Manhattan.
Como alguien que disfruta sumergirse en las profundidades de sus pensamientos, esa simple pregunta me llevó a reflexionar: ¿por qué admiro tanto a Carrie Bradshaw, pero siento tanto temor de compartir mis propias vivencias?
En el episodio del Podcast de esta semana hago una recomendación de libros, uno de ellos es El poder de ser vulnerable de Brene Brown, lo cuál me llevó a releer el no tan pequeño resumen que hice cuando leí el libro. Es ahí que me di cuenta que, si bien vengo trabajando e indagando este concepto - vulnerabilidad - hace unos cuantos años, aún sigo aferrándome a muchas conductas que me separan de ese sentimiento de vulnerabilidad y conexión que creo tanto anhelar.
En el fondo sigo siendo una nena asustada que cree que si baja la guardia y comparte sus verdades y sentimientos, estará en una posición débil y el mundo se aprovechará de eso. Me encanta ver a personas mostrando sus vulnerabilidades, me parecen valientes y admirables; pero no me gusta que vean las mías, no disfruto de la sensación de que alguien pueda encontrar alguna grieta en mí que permita ver todo lo que llevo por dentro. Por eso me es más fácil elegir qué mostrar, decidir qué es lo que cuento y medir todo milimétricamente.
Este espacio es, en cierta forma, un llamado de auxilio para mí misma. Un área limitada donde mi Ser, por momentos, logra encontrar a mi mente distraída—ocupada en verificar si los signos de puntuación están bien o si no hay conceptos repetidos—para así colarse entre las palabras y liberar, poco a poco, todo lo que está guardado bajo llave.
Cuando pensaba en qué compartir por acá, se me ocurrió hacer una actualización de mi vida. Pero el problema es que, al pensar en las cosas que podría compartir, solo me venían a la mente aquellas que me hacían ver “exitosa.” Las demás, las que no me favorecen tanto, pensaba en cómo contarlas de manera simpática para quedar, de alguna forma, bien parada en el lugar que yo quería.
Siempre me resulta más sencillo contar mis resultados, en cambio, cuando se trata de mis procesos me siento insegura, casi como si estuviera sola en un bosque y un oso se abalanzara sobre mí.
Hay ciertos temas que me resulta más fácil compartir, otros no tanto, y algunos, preferiría fingir que no existen y tirarlos al fondo de mi mente, tal como sucede en Intensamente 2. Aunque, si la viste, sabrás que no es nada bueno.
Recortes de realidad de mi vida:
Me resulta más fácil compartir que a principios de mes cumplí medio año haciendo ejercicio todos los días y que mi escoliosis ha mejorado significativamente. Sin embargo, me cuesta admitir que, entre el frío y el cansancio, hay días en los que me quedo en la cama hasta las 10:30 a.m. en plena semana, sintiéndome vaga y culpable por no poder levantarme.
Siento más sencillo compartir fotos y videos de los lindos productos que hemos estado fabricando. Pero no me es tan grato admitir que, como hoy, hice tres muestras de un producto y todas salieron mal, lo que me deja con unas ganas muy reales de vender todos los insumos y dejarlo todo atrás.
Encuentro más cómodo compartir cómo estoy conectando con la cocina y la creatividad que el mundo culinario está despertando en mi vida. Por otro lado, me da un poco de vergüenza admitir que le estoy cocinando viandas de comida a mi tía abuela de 90 años. Sin embargo, esto me ha generado una sensación reconfortante, tanto a nivel económico (donde muchas veces me siento insegura) como una forma de escape de mi cabeza y mis proyectos, que, aunque los amo y disfruto, a veces me abruman.
No fue completamente sencillo, pero tampoco me generó una gran resistencia, compartir en el Newsletter anterior los aprendizajes que me dejó un vínculo antiguo. Sin embargo, jamás se me habría pasado por la cabeza—si no fuera por estar haciendo este ejercicio—revelar que, de manera casual, esa persona a la que no veía desde hace años ha reaparecido en mi vida estas semanas y hemos vuelto a encontrarnos (hago una pausa: ¿casualidad nombrar a alguien y que aparezca, o poderes de bruja?). Hablar sobre mis relaciones sexoafectivas me aterra profundamente; ni te imaginas la sensación que tengo al escribirlo, especialmente sin saber el resultado de todo esto.
Por último, sería emocionante contarte que estoy haciendo avances lentos pero firmes en la renovación de Le Mat Market y en la creación de la nueva marca. Sin embargo, la realidad es que esta semana se venció el dominio web y aún no compré un dominio con un nuevo nombre. El proceso está siendo más largo y profundo de lo que imaginaba, y eso me genera bastantes nervios. Aunque, por dentro, una parte de mí—la que llamo mi Ser—permanece tranquila, sabiendo que el proceso en sí es lo realmente importante.
Sin lugar a dudas, todo lo que comparta sobre mi vida siempre será un recorte de la realidad. Pero este fue mi intento de hacer una actualización sincera, mostrándome auténtica en toda mi complejidad, al igual que Carrie. Esa Carrie que regresa con viejos amores, que a veces no trata con la delicadeza que quisiera a quienes ama, y que enfrenta desafíos en el trabajo que, aunque le apasiona, no siempre es fácil.
¿Charlamos? Quiero escuchar sobre vos, ¿Cómo estas? ¿Cuáles son los recortes de tu realidad? ¿Te animás a compartir alguno conmigo? Respondeme este mail, dejame un mensajito en Instagram o por acá:
Como ya conté arriba, este nuevo episodio del Podcast de El fuego que llevo dentro es una recomendación de lecturas.
En este primer episodio de Libros recomendados para el alma, abro las puertas a un viaje literario que va más allá de las palabras impresas en una página. Los libros han sido, desde siempre, los portales a nuevas realidades en mi vida, y hoy quiero compartir con vos algunas de esas obras que han dejado una huella profunda en mi camino hacia el autoconocimiento. Sabes que me encanta hablar de temas que nos ayuden a crecer y evolucionar, y sé que estos libros van a resonar también con vos.
Así que, si sos de los que, como yo, encuentran en la lectura un refugio, una inspiración o una guía, te invito a escuchar el episodio para descubrir cuáles son esos títulos que me han acompañado en mi viaje. Te recomiendo que tomes nota de ellos, ¡porque realmente son transformadores!
No te olvides que si no podes escucharlo ahora, podes guardarlo para reproducirlo más tarde :)
Me e-n-c-a-n-t-a recomendar cosas de valor así que hacer este episodio me divirtió muchísimo. ¿Viste esa sensación enorme que aparece después de terminar un buen libro y querer compartírselo a todo el mundo? Bueno, este episodio es eso.
Así que si te interesa que sigamos charlando de libros dejame un mensajito o un comentario así armo una segunda, tercera, cuarta, quinta… parte de este episodio. Y siempre estoy abierta a nuevas recomendaciones, así que contame que libro transformó tu vida o que libro crees que debería leer.
Si estás leyendo esto, gracias y deseo que sientas ese fuego que llevas dentro. Te mando mucho mucho cariño.