Corría el año 2019, tenía 22 años, y mi corazón dolía mucho. Era una persona con muchas estructuras firmes, pero en solo unas semanas esas estructuras se empezaron a derretir como si fueran grandes columnas de hielo. Muchas de las cosas que me daban “seguridad” se desvanecieron una tras otra.
Me sentía muy mal emocional y físicamente. Mi rutina incluía llantos cada día, mi estómago había decidido cerrarse y mi cabeza no podía conectar ni con mi serie preferida. Parecía incapaz de concentrarme en algo más que el miedo y el dolor.
El famoso juego Candy Crush fue el único que logró que mi cabeza ponga foco en algo. Jugaba y jugaba para no pensar. Pero me sentía improductiva cuando mi único logro del día era ganar 30 partidas seguidas. Por más que la computadora me decía "Sweet" (dulce) y "Delicious" (delicioso) cada vez que ganaba un juego, al final, el sabor seguía siendo amargo. Esa sensación de que no estaba haciendo algo con mi vida era dolorosa.
Pero fue entonces cuando un día volviendo a mi casa vi en el tren a una estudiante con una carpeta de arte. Esas grandes de cartón. Ahí tenía dibujado un enorme mandala. No recuerdo como era, solo recuerdo que era precioso y que pensé “ojalá yo pudiera hacer esas cosas”.
Algo se encendió en mí, yo creo que fue mi alma. De repente me contesté “No es que no pueda dibujarlo, solo que nunca me animé a hacerlo”. Esa fuerza me empujó a llegar a casa corriendo, agarrar una hoja y ferozmente ponerme a dibujar mándalas. Nunca en mi vida había hecho uno, pero simplemente fluían e increíblemente ¡me gustaba el resultado!
Al fin volví a conectar con algo. Al fin podía, por un rato, poner la cabeza fuera de mi angustia, como cuando jugaba al Candy Crush. La diferencia es que dibujando dejé de sentirme improductiva y empecé a sentirme creativa.
Mi vida no tuvo un cambio drástico por empezar a dibujar, pero si volví lentamente a sentir una pasión por estar viva. Seguía apagada, pero podía visualizar a lo lejos una luz al final del túnel.
Mi relación con el arte no fue siempre así. Con el diario del lunes, sabiendo que hoy me dedico en parte al diseño y al arte, miro para atrás y quiero darle un abrazo a Nati de 18 años que en la tercera clase de la carrera de Diseño Gráfico y llorando mares, se cambió de carrera por miedo. Porque no sabía si era lo que le gustaba, porque capaz había algo que le gustaba más, porque se sentía “malísima dibujando”, porque había gente que lo hacía mejor.
Pero la gota que derramó el vaso fue un profesor de la materia de dibujo. En la primera clase que tuvimos, nos puso un vaso y unas lapiceras sobre una mesa y teníamos que dibujarlas. Yo nunca fui “buena” para dibujar realismo, no me sale, no entiendo como plasmar lo que estoy viendo en una hoja, mi cabeza es mucho más abstracta. Tampoco tenía práctica dibujando, no era de esas personas que se sentaban a dibujar o pintar por horas. Por ende lo hice como pude y con muchísima inseguridad.
El profesor decidió que toda la clase hiciera un círculo alrededor de la mesa y ahí empezó a mostrar cada dibujo, mientras remarcaba lo que estaba bien y lo que estaba mal. Si en ese momento la tierra me podría haber tragado, lo hubiera preferido, porque sabía que mi dibujo no era bueno y me sentía muy humillada. Cuando llegó mi turno, lo único que el profesor dijo fue: “Uuuy que desastre. Que difícil te va a ser pasar esta materia”, mientras se reía.
Yo tenía 18 años y era mi segunda clase en la universidad. Ese profesor, como persona de autoridad, en vez de motivarme a encontrar mi estilo y a aprender a representar algo realista en un papel, destruyó mi confianza en un minuto. Claro que para él fue un comentario al pasar, nadie se burló de mí y de hecho había otros alumnos con “malos” dibujos, pero yo me sentí totalmente humillada. Volví a mi casa llorando. Recuerdo todavía esa tarde buscando videos de diseñadores gráficos mientras sentía que nunca iba a poder ser como ellos. Al otro día me cambié de carrera y me anoté en Gestión de Medios y Entretenimiento. No solo por este profesor, sino porque en verdad yo quería anotarme en esa otra carrera desde un principio, pero como era un poco “rara” no me animaba.
Hoy le diría a esa Nati de 18 años que esté tranquila porque cambiarse de carrera va a ser la mejor decisión que podría haber tomado. Va a poder aprender con pasión tantas otras cosas que quería y necesitaba saber, y también cosas que ni se imaginaba que le gustaban. Va a divertirse muchísimo creando cortos, programas de radio, guiones, obras de teatro. Aprendiendo a gestionar empresas, para en un futuro tener su propio negocio.
Y también le diría que en un futuro se va a dedicar a crear, a ilustrar y a diseñar cosas propias, y que ese mundo que tanto le gustaba desde chica, el mundo del diseño, va a seguir en su vida. Quisiera dejarle muy en claro que no tener un título de diseñadora no le quita el dedicarse a crear cosas que a mucha gente le van a parecer hermosas, pero lo más importante es que a ella le van a parecer increíbles.
Contarle que va a vender miles de cuadros, libretas y más productos, y que no solo gana dinero con eso para seguir cumpliendo sus sueños, sino que además es algo que le da plenitud y la inunda de orgullo y felicidad. Pero también es necesario recordarle que todo eso lo logró porque se animó, porque sabía que tenía algo dentro de ella que necesitaba ser expresado y regalado al mundo.
Ojalá Nati del pasado te enteres de esto y confíes en que todo siempre sale bien. Ojalá Nati del futuro no te olvides de esto.
La creatividad es supervivencia
Hace un tiempo mi psicóloga me dijo que me imagine como una mesa, y que piense cuáles serían las 4 patas que me sostienen. Ella me puso como ejemplo que podría ser mi trabajo. Le respondí que mi trabajo no, porque si bien amo Le Mat Market, hoy es eso y mañana quien sabe. Soy consciente de que mi trabajo puede mutar, cambiar y transformarse. Pero hay algo que va a estar ahí siempre sosteniéndome, y eso nada ni nadie me lo puede sacar: mi creatividad.
Crear, correr el riesgo, vivir con incertidumbre pero igual intentarlo, enfrentar los miedos, vivir con curiosidad. La creatividad es supervivencia para mí porque es lo que nos permite tener siempre una idea nueva para cambiar nuestra vida. Y es en quien, en nuestros peores momentos, más podemos confiar, porque la creatividad siempre está ahí y está dispuesta a echarte una mano y sacarte del pozo en el que te encontrás. No importa si lo tiene que hacer una y otra vez, ella siempre está.
A veces no se trata de hacer un giro 360º en tu vida, sino de encontrar una pequeña cosa que vuelva a encender, muy de a poco, ese fuego interno. Y con el tiempo créeme que se convierte en un gran fuego salvaje.
Mirame a mí que empecé dibujando un mandala que vi en el tren, y ahora hace cuatro años tengo un negocio a base de mis diseños y mi arte.
Persevera y triunfarás
En Mayo del 2021 subí esta inocente historia:
Este año estuve en Antibes, en la Costa Azul de la Riviera Francesa, sentada en la costa mientras dibujaba con un castillo de fondo en donde Picasso pasaba sus veranos dibujando. Esa Nati de 18 años no podría ni haberse imaginado todas las experiencias que vivió, pero igual así confió y siguió caminando.
Este es un pequeño episodio del Podcast de El fuego que llevo dentro que encapsula varias temáticas que he compartido en este espacio, donde las preguntas sobre la expresión, la vida, la muerte, la creación y la espiritualidad se entrelazan de manera íntima.
Un pequeño poema llamado En el caos cree, escrito por mí en Febrero del 2022 y re-encontrado hace poquito tiempo. Este poema nace del caos y la calma, de los momentos de mayor incertidumbre y a la vez de profunda claridad.
Te recuerdo que puedes calificar el podcast y dejar tus comentarios; tus opiniones son muy valiosas para mí. Te dejo un fragmento del poema:
“Crear como acto de supervivencia. Como quien tiene la cabeza abombada y antes de que todo explote prefiere crear. Hay belleza en la vida, hay belleza en el hacer. Acá lo que importa es el Ser y yo soy creando.”
La Colmena cumple su primer año
Y hablando de creaciones… Hoy mi amado espacio de Colmena cumple un año. Colmena es un espacio online, libre y gratuito donde nos juntamos todos los Lunes con almas que son parte de la comunidad de Le Mat Market a tejer red. Charlamos, nos motivamos y hacemos de espejo las unas de las otras.
Todo empezó como una tímida idea en un momento de mucha incertidumbre y cambios en mi vida, donde sentía la necesidad de conectar profundamente con otras personas que estaban en un camino de sanación y auto conocimiento similar al mío. Resulta que ahí afuera había muchas otras almas buscando lo mismo.
Me emociona profundamente ver a un grupo de desconocidas, ya que la gran mayoría nunca nos conocimos fuera de la virtualidad, compartiendo sus vulnerabilidades y acompañándose con amor en sus procesos. Es un gran honor para mí que las chicas confíen en mí para guiar este espacio. Y estoy muy orgullosa de las personas que son parte de este grupo, especialmente por los valores que traen a esta Colmena. El respeto, la empatía, la escucha atenta y la vulnerabilidad. Pilares fundamentales de la Colmena que formamos.
Si sentís que necesitas conectar más profundamente con otras personas, escuchar y sentirte escuchada/o. Te invito a que te sumes para desconectar de la rutina y conectar con nosotras mismas. ¡Escribime si queres que te agregue al grupo!