¿Está bien ser mediocre/promedio?
¿Siempre tenemos que alcanzar nuestro 10 o a veces está bien ser un 4?
Hace tiempo escuché un capítulo de un podcast que se titula “Is it okay to be average?”. La traducción de “average” sería “promedio”, pero queda un poco rara en español, por eso también puse mediocre. Aunque con la palabra mediocre tengo un tema que voy a abordar más adelante.
El capítulo del podcast se basa en estas preguntas ¿Está bien ser mediocre o del promedio? ¿Siempre hay que buscar superarse a uno mismo? ¿O superar al promedio? ¿Cómo se puede tener metas y estándares altos, pero a la vez no crear expectativas desde nuestro perfeccionismo con las cuales nos sentimos frustrados? Interesante, ¿no? Te dejo estas preguntas para que reflexiones, y para que si queres me compartas tus respuestas respondiendo a este mail.
El podcast no da una respuesta exacta porque… ¿en verdad hay alguna respuesta? Pero algo que propone y con lo cual coincido - y estoy intentando vivir desde esa idea - es tener ciertas cosas en las que buscamos ser mejores, superarnos, por qué no buscar superar al promedio (la competencia sana) y tener objetivos a los cuales queremos llegar. Y por el otro lado, tener ciertas actividades e intereses donde no tengamos la intención de mejorar, donde no busquemos “ser el o la mejor”, no tengamos ninguna meta que alcanzar, sino que el objetivo sea relajarnos, disfrutar ese momento, divertirnos, expresarnos, sentirnos mejor, etc.
Por ejemplo, quizás tenes un trabajo donde no te importa que te reconozcan como empleado/a del mes, con ir y hacerlo es suficiente. Haces un trabajo promedio y tenes como objetivo tener un sustento económico y estabilidad. Salís del trabajo y vas a correr, tenes ganas de hacer una maratón, entrenas más para conseguir la resistencia aeróbica, buscas salir entre los primeros 10 de la carrera y tu objetivo más grande es ir a correr la maratón de 3 días en Ibiza. Para llegar a esos objetivos tenes que superar la media, ser constante y un poco más exigente.
O quizás es al contrario, haces cerámica porque te relaja, te hace conectar con tu parte manual, los pensamientos que tuviste todo el día desaparecen y es un plus si te sale algo lindo que podes usar en tu casa. Pero no te interesa tener el emprendimiento de cerámica, o hacer un juego de platos perfectos que adornen tu hogar. Si lo que hiciste te queda “feo” está bien porque disfrutaste ese momento. A la vez tenes un trabajo donde queres mejorar día a día, ascender en tu carrera, hay objetivos y experiencias que buscas que solo se consiguen haciendo foco en realmente superar el lugar donde estas ahora. Pero también tenes otras actividades, como la cerámica, que lo contrarrestan. Lugares para hacer solo por el simple placer de hacer.
A mi me pasa que suelo ser bastante autoexigente, sobre todo con mi trabajo, la productividad y mis proyectos. Pero hay ciertas cosas que las hago solo por disfrute, porque me hacen sentir bien, como por ejemplo mi clase de Yoga. Hago las clases de Cori hace más de tres años y nunca llegué aún a apoyar los pies cuando hacemos la posición de “carpa”, o a tocarme los pies con las manos. Sinceramente si gané flexibilidad física no lo registré. Pero la flexibilidad mental si que se nota. El nivel de relajación y, sobretodo, de conexión con mis emociones cuando hago sus clases es algo que me da muchísima satisfacción. Si el día de mañana soy más flexible y logro apoyar los pies en la “carpa” es un plus. Pero mi foco es otro, es estar presente, por ende ser “average”, ser “del promedio” o “mediocre” (de la media), en yoga no me molesta. Poco me importa ponerme el pie atrás de la cabeza o abrirme de piernas. Y me parece válido y perfecto que otras personas si quieran conseguir esos logros, cada cual tiene sus objetivos en distintas áreas de su vida.
Acá les dejo el Instagram de Cori, mi profe de Yoga terapia, a la cual quiero mucho y admiro, porque es a través de su experiencia y a través del registro que tiene con su propio cuerpo donde más aprendo.
De chica me pasaba lo mismo con las clases de danza. Yo disfrutaba de ir y hacer una actividad con mis amigas, jugar, escuchar canciones que me gustaban, bailar, moverme e ir a las muestras de los teatros con los vestuarios, jugando en mi mente que era una bailarina famosa. Poco me interesaba salir primera con mi grupo en las competencias de danza, poco me importaba ser la mejor de la clase, hacer el mejor salto grand jete o que me pasen al nivel avanzado. En mi mente yo era una digna bailarina de un show de Madonna y con eso estaba contenta. Mi profesora y yo no teníamos el mismo objetivo y la diversión parecía poco autorizada en sus clases. Ella lloraba enojada cuando no salimos primeras en las competencias y te hacía pasar al frente cuando un paso no te salía, para que todas las otras chicas de la clase te miraran hasta que lo lograras. Mi objetivo de bailar para divertirme y su objetivo de tener al grupo más prestigioso, no estaban alineados, por eso me fui. Ella quería que fuéramos un 10, yo quería ser un simple 4 feliz.
Hay otras áreas de mi vida donde si quiero ser más que un 4. Con mi trabajo como ilustradora por ejemplo, con mi negocio y mis proyectos creativos. En estas áreas tengo un montón de objetivos y cosas que quiero explorar. Busco el disfrute pero también busco otras cosas: expansión, dinero, reconocimiento, profesionalismo, calidad, experiencias nuevas. Acá no busco ser del promedio, “hacer por amor al arte”, quiero destacarme y sobre todo superar lo que hago, y superar lo que creo que puedo hacer.
Creo que la conclusión es encontrar el balance saludable. Pero ¿cuál es el balance? ¿Realmente hay un punto medio perfecto? Algo de lo que dicen en el podcast es:
“Las personas que no están dispuestas a ser mediocres en algunas cosas, se pierden mucha alegría en la vida. Pero también creo que si no estás dispuesto a ser perfeccionista en un sentido saludable, también te pierdes muchos logros (...) Está bien no ser perfecto, cometer un error o no cumplir con las expectativas propias o de los demás. Solo tenemos que estar dispuestos y ser capaces de volver a levantarnos y seguir adelante”.
“Necesitamos establecer altas expectativas, pero no tener miedo de no cumplirlas. Creo que los seres humanos por naturaleza establecen metas. Creo que hay algo casi instintivo y que es algo que casi no podemos apagar, ¿verdad? Al igual que los niños de 2 años establecen metas, los niños de 5 años establecen metas, los de 52 años establecen metas, los de 84 años establecen metas. Y no me refiero a escribir en un papel, "Mi objetivo en los próximos tres meses es" y llenar el espacio en blanco. Sino que lo que es un objetivo es un estado futuro deseado, y lo estamos persiguiendo. "Quiero comer el almuerzo. Quiero llamar a mi mejor amigo. Me gustaría tomar una siesta. Me gustaría obtener una maestría. Ojalá tuviera más amigos”. Todos estos son estados futuros deseados. Yo soy bastante bueno para establecer metas altas, trabajar arduamente para alcanzarlas y luego realizarlas. Está bien, cuando eso sucede. Pero no soy muy bueno para establecer metas altas, trabajar frenéticamente para alcanzarlas, no alcanzarlas y luego, ya sabes, ser capaz de seguir funcionando.”
Me pareció muy interesante porque el tema de tener objetivos a los que quiero llegar pero no ponerle expectativas a los resultados es algo que tengo en mi cabeza últimamente y que no paro de darle vuelta. ¿Cómo tener estándares altos para algunas cosas pero también aceptar cuando no salen? ¿Alguna idea? Estoy totalmente abierta a sugerencias.
Soy una persona que le gusta gozar del confort, la calidad y la belleza. Y muchas veces me cuesta que las cosas no estén a la altura de mis estándares. La palabra “Mediocridad” viene del latín Mediocris: medio, común, mediano, ordinario. Que se considera por muchos un compuesto de Medius (medio, intermedio, central) y Ocris (montaña o peñasco escarpado). Siento a veces que esta palabra tiene una connotación muy negativa y en verdad significa en origen: el que se queda a mitad de la montaña, el que está a media altura. Y realmente esto no me parece malo, subir a la montaña es un gran logro, las vistas son buenas y el sendero puede ser disfrutable. Pero a la vez pienso, ¿Vinimos a esta vida diciendo “voy a ser lo más mediocre que pueda”? ¿O diciendo “Voy a quedarme en la mitad, voy a ocupar poquito lugar, acá en un rinconcito con el resto”? Creyendo que hay cosas que son demasiado buenas para nosotros/as y al terminar la vida decir “que bueno, tuve la vida más mediocre de todas”.
Estoy segura de que nadie nació para quedarse a la mitad de la montaña, también estoy segura que nadie puede ser bueno/a en todo. La contradicción como constante.
Otra vez: el balance. Saber elegir en donde vamos a ser uno o una más del promedio, y en donde vamos a realmente traspasar la mitad de la montaña y ser magníficos/as - que es el antónimo de mediocre.
Todo esto me inspiró a seguir investigando más sobre el tema. El perfeccionismo, a menudo, nos atrae con la promesa de destacar y crecer personalmente, pero lo más probable es que sea la causa el de muchas de nuestras frustraciones. El “soy suficiente”, el hacer por el simple hecho de hacer y quedarse algunas veces dentro de la media, parece que son buenas prácticas para acabar con el perfeccionismo, y eso es lo que me propuse explorar en este último episodio llamado “De perfecto a suficiente” de mi Podcast de El fuego que llevo dentro.
¿Qué pensas de esto? ¿En qué áreas estás bien con ser un 4 y en qué otras buscas superar la media (o tu propia media)? Me encantaría leerte y seguir charlando sobre el tema.