¿Qué pasa cuando repetimos afirmaciones positivas pero dentro nuestro sentimos todo lo opuesto?
Este envío no estaba planificado. Pero justo hace dos días pasé una situación que me llevó a pensar justamente en este tema, que es de lo que se trata el primer episodio del Podcast
¡Si lo escuchás contame que te pareció!
El Lunes me fui de viaje. Si me seguís en el Instagram de Le Mat Market hace tiempo sabrás que el año pasado me fui a México sin pasaje de vuelta, terminé en Estados Unidos y volví a Buenos Aires 7 meses después de partir.
Ahora estoy haciendo lo mismo. Una señora me invitó a cuidar a sus gatos* cuando ella se va de vacaciones, en un pueblito perdido llamado Wenatchee en el estado de Washington, Estados Unidos. Y yo dije, por qué no? Y me vine. Si, así de random es mi vida.
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Volviendo al tema del Newsletter y el Podcast. El viaje surgió muy rápido, literalmente saqué el pasaje una semana antes de irme, en cambio el año anterior lo había sacado con 7 meses de antelación, lo que me dio tiempo a planear más todo, fantasear, imaginarme de viaje, averiguar sobre los lugares a donde iba. Esta vez las cosas sucedieron en cerrar y abrir de ojos, lo cual por un lado estuvo bueno pero por el otro no sabía ni donde quedaba el lugar al cual iba.
Hace tiempo que tenía ganas de irme de viaje nuevamente, y ya sentía que todo lo que vine a hacer a Buenos Aires, todo lo que tenía que organizar, cerrar y acomodar de mi vida, estaba hecho. Relaciones, trabajos, trámites, etc. todo en su lugar. Además de pasar tiempo con familia y amigxs, obvio. Este viaje llegó a mí de la nada, aunque mi aura de Generadora Manifestante abierta y envolvente lo atrajo porque buscaba manifestarlo hace un tiempito.
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Aunque deseaba viajar también en el fondo tenía miedo. Pero no lo estaba pudiendo ver bien. Cada tanto me aparecía un pensamiento que decía “¿Qué estás haciendo?” “¿Por qué estás yendo a ese lugar desconocido y gastando tanto dinero en eso?”. Con todos los preparativos del viaje no podía darme mucha cuenta de ese miedo que estaba sintiendo, mi atención estaba en los preparativos del viaje, que eran muchos.
Con el viaje se viene también una nueva etapa en mi vida. Renuncié hace unas semanas a todos los trabajos fijos que tenía y me vine sin saber si el mes que viene voy a tener dinero en la tarjeta. Esto me entusiasma un 30% y me asusta un 70%. Cuando lo pienso solo puedo decir “estas loca, no tiene sentido lo que estas haciendo”. Para mi cabeza lo lógico sería que busque un buen trabajo fijo y recién ahí me vaya de viaje. Pero mis decisiones muchas veces no siguen la lógica, sino que siguen mi intuición que me decía: andá.
El Lunes a las 4 am partía mi vuelo. Mi aventura consistía en tomarme un vuelo de Buenos Aires a Mendoza, y cruzar a Chile en bus atravesando la Cordillera de los Andes, para tomar ahí mi vuelo a Estados Unidos. Pero eso no pasó. El Lunes a las 3.20 am el sindicato de maleteros decide hacer un paro y no dijeron cuando iban a retomar el trabajo, podía ser en una hora o en 8 horas. Todo era incierto y la información que nos daban era nula. En el medio del caos y del malhumor de todo el aeropuerto tenía dos opciones o me tranquilizaba porque no podía hacer nada o me empezaba a desesperar y a quejar con el resto de las personas. Elegí tranquilizarme.
Me puse los auriculares y le di play a una meditación guiada. Intenté respirar hondo varias veces. Empecé un libro nuevo. Pero por más que lo intentara por dentro estaba muy nerviosa y solo podía pensar que iba a perder el micro a Chile y por ende mi vuelo a Los Ángeles y el vuelo a Seattle. El tiempo pasaba y más nervios sentía, mi entorno no ayudaba. La gente se estaba enojando más y poniéndose impacientes y yo lo amplificaba. Aunque seguía tomando una postura de tranquilidad por fuera, por dentro empezaba a sentir como la ansiedad crecía. A las 6.30 am la aerolínea nos dice que los vuelos estaban cancelados y que me podían pasar a uno que salía a las 7 pm a Mendoza… Yo a las 11 pm tenía que estar en Chile. La aerolínea no podía ayudarme, mi vuelo a Estados Unidos no tenía reprogramación y la tristeza e impotencia se apoderó de mí. Por más que decía “¿Cómo puede mejorar esto Universo?” Veía todo negro y sentía que las cosas solo empeoraban más y más, mi viaje estaba perdido.
No lo entendía ¿por qué me estaba pasando eso a mí? ¿por qué si el viaje llegó a mi de forma fácil ahora estaba con tantas trabas para irme? El paro no me afectó solo a mí, afectó a 20.000 personas, pero creo que todo lo que nos sucede es porque lo atrajimos, entonces ¿por qué atraía todo esto?
Gracias a que bajé un poco mi guardia de querer ser una “super woman” y pude pedir ayuda, mi mamá me ayudó a resolverlo y me fue a buscar al aeropuerto de Aeroparque para llevarme al Aeropuerto de Ezeiza, recorriendo toda la ciudad en plena hora pico y reglándome el pasaje a Chile. El cruce de Mendoza a Chile lo perdí así como mi vuelo a Mendoza, y en ese punto ya estaba dispuesta a perderlo todo, me decía “bueno evidentemente la vida no quiere que vaya”, ya que cada vez que intentaba buscar como resolverlo, hablar con alguna aerolínea, encontraba una pared.
Eso no fue lo único que pasó. En unas semanas tengo que tomarme un avión desde Vancouver, Canadá. La dueña de la casa que estoy cuidando en Wenatchee me iba a llevar en auto hasta Vancouver ese día, pero mientras estoy en el aeropuerto pensando que ya todo estaba solucionado, leo que no podía cruzar en auto a Canadá porque no tengo la Visa Canadiense, solo tengo permitido entrar al país volando ya que cuento con la Visa de Estados Unidos. De la nada tuve que apresurarme a comprar un vuelo desde Wenatchee a Vancouver y en el contexto en el que estaba fue una nueva gota que hacía que el vaso no solo rebalse, sino que se convierta en un tsunami.
Por último al llegar a Dallas, Texas, pierdo el vuelo de conexión a Los Ángeles… tenía solo una hora de escala y debía pasar por migraciones y por el control de seguridad. Mientras corría por todo el aeropuerto repetía una y otra vez “voy a llegar, todo está a mi favor, voy a tomar ese avión”. Pero por más que dijera eso me sentía desesperada. Cuando llegué a la puerta de embarque el avión ya se había ido. Por suerte éramos 20 personas en la misma situación y la aerolínea nos puso en un siguiente vuelo que salía media hora después.
¿Y a qué voy con todo esta historia? A lo que hablo en el podcast: El Universo no oye lo que dices, oye lo que sientes. Por más que yo haya intentado tomarme con tranquilidad todas esas situaciones y repita afirmaciones positivas, por dentro no lo estaba creyendo y solo esperaba lo peor: no viajar y perder todo el dinero, lo cual me hacía sentir nerviosa, triste y culpable.
Si bien creo que al haber intentado tomármelo con calma me ayudó a no colapsarme al segundo, también un poco me estaba mintiendo porque definitivamente no estaba confiando en que todo iba a salir bien, sino lo contrario.
Aún sigo procesando qué es lo que tenía que aprender de esa situación y por qué la atraje a mi vida, si puedo darme cuenta que estaba sintiendo mucho miedo e inseguridad de emprender este viaje. Como dije, me voy cerrando muchos capítulos de mi vida, sin saber bien que me depara y eso en parte me asusta. Y ese miedo e inseguridad se trasladó a la realidad en contextos que me hicieron asustar aún más y sentirme por sobre todas las cosas insegura, especialmente desde el lado económico.
Creo que hay una gran relación entre lo que sentimos, decimos y experimentamos. Y esta historia ilustra a la perfección esa temática. Así que si te quedaste con ganas de seguir escuchando más sobre esto ¡en el capítulo del Podcast vamos a ahondar más!
¡Esto es todo por hoy! A pesar de todo llegué sana y salva a Wenatchee y pudiendo disfrutar del trayecto que me faltaba. Aquí estoy contenta y emocionada por esta aventura. Espero que te guste el episodio y te invito a observar las cosas que hay en tu vida ¿sabés por qué están ahí? ¿cuál es el sentimiento que las trajo?